Un grupo de jóvenes inició una cruzada por la reinserción del acento gráfico en la vía pública. Pegan tildes de papel con un toque de buen humor y rebeldía ante la incorrección ortográfica.
La movida nació en junio pasado en México, por iniciativa del joven vasco Pablo Zulaica Parra, y pronto se extendió a Perú y Argentina, donde se multiplican las intervenciones en todo tipo de carteles donde las tildes brillan por su ausencia.
La movida nació en junio pasado en México, por iniciativa del joven vasco Pablo Zulaica Parra, y pronto se extendió a Perú y Argentina, donde se multiplican las intervenciones en todo tipo de carteles donde las tildes brillan por su ausencia.
Apenas detectan la falta, estos cruzados ortográficos pegan un acento de papel visible en el que además se explica la regla ortográfica violada. La falta de educación, el desinterés y las malas costumbres son algunas de las razones que estos jóvenes descubren para el abandono progresivo de las tildes.
Cada acto de reivindicación gramatical es fotografiado y las imágenes se suben a los diversos blogs de la iniciativa Acentos Perdidos, donde además se generan interesantes debates sobre el español, una iniciativa que también suma adeptos a través de la red social Facebook.
“El principal objetivo es que la gente tome conciencia de la importancia de usar bien nuestra lengua”, dijo Rodrigo Maidana, un estudiante de Economía de la ciudad de La Plata que comanda la iniciativa en el país. Como regla, estos jóvenes solicitan autorización para pegar las tildes siempre que sea posible, pero si se trata de anuncios comerciales o políticos lo hacen sin permiso pues “semejante afrenta, con tantos ojos responsables de ese mensaje, merece ser visiblemente señalada”, dijo Zulaica, redactor publicitario que vive en México.
Las mayúsculas, por ejemplo, son candidatas usuales a la ausencia de tilde y por argumentos históricos, como que las máquinas de escribir no permitían su acentuación y que a las impresoras se les salían los tipos de la tilde de los rótulos, se asentó la falsa norma de que las mayúsculas no llevan acento gráfico.
A diferencia de otras “intervenciones urbanas” como los grafitis o los esténciles (técnicas decorativas con plantillas), estos chicos no actúan furtivamente. “Es bueno que la gente te vea e intercambiar opiniones. La gente principalmente se sorprende. Esta cruzada no trata de hacer enojar a nadie, al contrario, trata de sacar una sonrisa y de ayudar a mejorar el uso de nuestra lengua”, dijo Maidana, de 18 años.
Según Zulaica, de 27 años, el proyecto “tiene un componente lúdico muy importante” y “es una desacademización de lo académico, como un vandalismo suave que conserva todo el rigor en el fondo. Gusta a grafiteros y a editores y lingüistas. Además, tiene un punto de activismo que nos hace sentir como ciudadanos que nuestra voz sí puede oírse”.
Para los dubitativos, los blogs de Acentos Perdidos, http://acentosperdidos.blogspot.com/, tienen un enlace a la Ortografía de la Lengua Española, de la Real Academia Española. Aún así, estos defensores de la tilde no tienen nada de dogmáticos y hasta se muestran comprensivos con el colombiano Gabriel García Márquez que, en 1997, en el primer Congreso Internacional de la Lengua, celebrado en México, sugirió poner “más uso de razón” en los acentos escritos como parte de su polémica propuesta para “jubilar la ortografía”, que tanto revuelo generó.
“García Márquez emitió una opinión que debe respetarse, porque sinceramente a todos nos gustaría una lengua más sencilla, como la que él pide”, señaló Maidana, hijo de periodistas y que asegura que “desde chiquito” siempre tuvo “un gran interés por la ortografía”. Como parte de esta iniciativa, la joven peruana Lorena Flores Agüero creó el Tildetón, una salida planificada para pegar acentos en las calles que ya se organizó en México y Perú y que próximamente se hará en Argentina.
Acentos Perdidos también organiza cruzadas puntuales a favor de la acentuación. La primera se hizo en Lima y tuvo como blanco al logotipo carente de acento gráfico del grupo español Telefónica, al que acusan de ser “uno de los mayores irresponsables en el uso de la tilde”.
“Esta palabra se acentúa porque es esdrújula”, es una de las explicaciones que tienen las pegatinas como en este caso, que ya pegadas “siempre provocan una sonrisa; ahora es ante todo una actividad lúdica y estética”, añade.
“Siempre pido permiso para pegar los acentos y si no veo muy dispuestas a las personas en cuestión se los dejo para que ellas mismas lo peguen”, comenta Zulaica, quien también corrige anuncios de campañas políticas. En un inicio las estampas sólo tenían datos personales “por si alguien quería contratarme” como corrector. Se añadieron después los argumentos ortográficos y ahora “llegaron las letras también para pegar” donde faltan, dice Zulaica.
“El programa de reinserción de acentos en la vía pública se basa en la colaboración de la gente. Quienes estén atentos a las leyendas de los carteles y encuentre errores, pueden participar descargando del blog acentosperdidos.blogspot.com un paquete elemental de acentos imprimibles. Sólo debe recortarlos y pegarlos para enmendar los errores”, explicó su creador.
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Un debate abierto
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La inserción del spanglish (palabras formadas por la conjunción de términos en español y en inglés) en el vocabulario diario, las modificaciones de la escritura de mensajes de textos y del chat, son otros ejemplos de las mutaciones que sufren los idiomas.
Los más enérgicos defensores del respeto de las leyes de la gramática y la ortografía señalan que no son una simplificación del idioma, sino por el contrario, un uso en desmedro de la riqueza del lenguaje. Pero las masas desafían el debate.
Caroline Tagg, una lingüista británica, basó su tesis doctoral en las similitudes entre el lenguaje y la forma en la que se escriben los mensajes del texto. Ella defiende que la escritura imita la oralidad de los mensajes, y es por eso que se usan abreviaturas gramaticales en los mensajes que no se utilizarían si se tuviera que escribir en otro soporte.
Y sus conclusiones no paran ahí: Tagg asegura que la nueva forma de comunicación no está destruyendo las lenguas, sino que las está fomentado. Afirma que la habilidad de abreviar y cambiar la forma en que se escriben las palabras implica un conocimiento profundo de los fundamentos del discurso y la gramática. Por último, intenta quitar preocupación sobre el efecto de los mensajes de texto en el lenguaje.
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