"Vivimos en una época de palabras gastadas; una inflación de palabras que caen sobre generaciones que no es cierto que lean poco, leen muchísimo –sms, anuncios, periódicos gratuitos que se reparten en el metro– todo cosas en las que las palabras están muertas. Lecturas en las que no hay vida, en las que no se le pide nada a quien las lee a parte de su dinero, su opinión o su voto. Abandonemos los programas, las etapas, los contenidos histórico-analíticos… Que sean lo mínimo indispensable; es decir, casi nada. ¿De qué le sirve a un chico la evolución histórica de la literatura si no aprende a disfrutar y a escandalizarse con ella? Póngase de pie, lean. Hagan teatro de esta vida de la lengua cuando en ella palpita la vida; cuando la vida se acelera en ella. Hagan lo que vieron hacer a quienes les leyeron las mejores páginas de la literatura, en las que se implicaban ellos mismos, su propia demanda de felicidad, y con ello descubrían el secreto del mundo. A ustedes les toca mostrar y compartir la palabra que emerge de la literatura".
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Escritor, Lic. en Literatura Italiana
(Italia, 1964)
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