Hacia una definición de la literatura
No todos los especialistas acuerdan en la definición de literatura. No es un concepto sencillo ni unívoco. Digamos que es esquivo a las definiciones cerradas y rebelde a las ataduras teóricas. Sí podemos admitir que la literatura es un discurso social, una producción hecha con palabras que surge en el ámbito del arte (que es una de las actividades o prácticas sociales) y circula entre receptores de una o más sociedades. No está alejada de lo social, ya que retoma, recrea y problematiza situaciones, protagonistas, preguntas, miedos, deseos que construimos socialmente.
Para aproximarnos a una definición de LITERATURA es necesario, primero, deslindarla de otras producciones que trabajan con el lenguaje, es decir, qué hace que un texto sea literario y otro no, o —en otras palabras— qué es lo específicamente literario.
Una primera respuesta a este interrogante se encuentra en la teoría de las funciones del lenguaje propuesta por el lingüista Roman Jakobson (Rusia, 1896/1982). Este teórico sostiene que, en todo acto de comunicación, el emisor produce su mensaje con una determinada intención y, por lo tanto, hace hincapié en los distintos elementos que conforman el circuito. De esta manera quedan establecidas las seis funciones del lenguaje:
1) Emotiva o expresiva (el emisor tiene la intención de hablar sobre sí mismo, de transmitir sus sentimientos o emociones).
2) Referencial o informativa (el emisor centra su atención en el referente o tema del mensaje, es decir, importa transmitir sus sentimientos o emociones).
3) Conativa o apelativa (la intención del emisor es influir sobre su receptor o llamar su atención).
4) Fática (el emisor quiere verificar que el canal de la comunicación funciona correctamente).
5) Metalingüística (el emisor se centra en el código del mensaje, es decir, habla del lenguaje mismo y de las palabras que lo conforman).
6) Poética o literaria (el emisor hace hincapié en la forma del mensaje y cuida su elaboración).
Circuito de la comunicación según Roman Jakobson:
La función poética del lenguaje y la literatura
De todas las funciones del lenguaje, la POÉTICA es la que caracteriza al discurso literario, dado que lo que lo distingue de otros discursos es la construcción particular del lenguaje: el ritmo, ciertas combinaciones de palabras, el uso connotativo del lenguaje (permite interpretar las palabras en múltiples sentidos y no en uno solo, como en el caso de los textos científicos), son algunos de los procedimientos que utiliza el escritor para trabajar con el material que le provee la lengua. Con ese material discursivo elabora una obra que es única, porque se aleja del uso cotidiano del lenguaje: aprovecha la sonoridad de los términos y su capacidad de evocar o sugerir, no trabaja con el sentido literal de las palabras sino con todos los sentidos que esa palabra es capaz de disparar en su imaginación y en la del lector.
El lenguaje es el protagonista a través de una cuidada selección y combinación de las palabras que el escritor realiza y que responde a un sentido preciso que quiere transmitir. Cuando un poeta selecciona una palabra dentro del enorme campo de posibilidades que le da la lengua, lo hace porque sabe que es ese término y no otro el que le permite transmitir una idea, una sensación, un sentimiento.
La LITERATURA trabaja estéticamente con el lenguaje porque no solo se sirve de él sino que lo que verdaderamente importa en literatura no es qué se dice sino cómo se dice y por qué.
Es decir, la función poética del lenguaje está orientada hacia el mensaje, ya que consiste en la creación del mensaje por el mensaje mismo. Se manifiesta en los textos literarios en general y no solo en los poemas. Su intención, en definitiva, es crear arte verbal.
No siempre a lo largo de la historia la concepción sobre los que es literatura fue la misma. Por eso, como ya se dijo, no es posible definir en forma precisa qué es la LITERATURA, pero una definición aproximada podría ser:
Discurso social que se caracteriza por su naturaleza ficcional (representa un mundo imaginario, inventado o recreado) y por el predominio de la función estética de la lengua (el mensaje está volcado sobre sí mismo y su finalidad principal no es ni comunicar ideas, ni sentimientos ni pedidos, sino hacerlo de una forma diferente y estéticamente elaborada).
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