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miércoles, 2 de marzo de 2016

POLIFONÍA E INTERTEXTUALIDAD



Los textos literarios suelen ser profundamente polifónicos, es decir, constituidos por muchas voces (enunciados y discursos) sociales que lo vuelven más rico y productivo. 


Por otra parte, la intertextualidad es la relación que se establece entre un texto y otro/s del mismo o distinto género. Se trata de un vínculo creativo, lúdico, crítico que pone en diálogo diversos textos y discursos.

El lector debe activar sus competencias literarias y culturales para distinguir las diferentes voces que entraman al texto literario y advertir las relaciones intertextuales que enriquecen a la literatura. Esta relación creativa no es solo patrimonio de la literatura, también es planteada en el periodismo, la publicidad, la pintura, el cine, los programas de TV, las series, los dibujos animados (Los Simpsons, por ejemplo, la proponen habitualmente con un sentido crítico y humorístico).
Edvard Munch: "El grito"

Stanley Kubrick: "La naranja mecánica"
(Filme basado en la novela de Anthony Burguess)

lunes, 29 de febrero de 2016

EL CANON LITERARIO


El rol de los receptores y el canon literario

Como se dijo, a través de la historia no siempre la concepción de lo que es literatura fue la misma. En este sentido, muchas obras literarias que en la actualidad son consideradas “maestras” fueron rechazadas oportunamente por sus contemporáneos porque —según ellos— carecían valor estético.
El canon literario es un conjunto de pautas variables con el tiempo y el lugar que permiten considerar artístico o no a un escrito. 
Así, existen en cada época y para cada sociedad obras comprendidas o no en el canon literario. Las obras que no son incluidas en el canon pasan a formar parte de la “literatura marginal”, porque están al margen o fuera de las pautas aceptadas.
Y como la buena literatura no nace de la pura inspiración sino que también implica habilidades que hay que desarrollar para obtener calidad, quienes determinan qué textos forman parte del canon son las instituciones, como las universidades, las editoriales, los críticos literarios y los grupos de escritores.
La obra literaria es producto de una convención, un acuerdo social, no válido universalmente, es decir, arbitrario. En su definición intervienen decisivamente los receptores (lectores, críticos, especialistas, medios de comunicación, mercado editorial, instituciones educativas), quienes contribuyen a determinar qué se incluye dentro de la literatura y qué no en diferentes épocas. Por ejemplo, para los pueblos originarios los mitos eran relatos sagrados y ligados a la religión pero mucho después fueron considerados y aceptados como textos literarios por su valor estético.
Estas instituciones influyen, entonces, en la conformación del canon literario, el conjunto de obras orales y escritas que aún hoy subsiste. Algunos textos entran en esta “ilusoria totalidad” pero otros quedan afuera y esto demuestra su arbitrariedad. 
Dentro del canon literario distinguimos al canon oficial, que representa a una sociedad (esta lo legitima) e influyen en él instituciones ligadas al campo de la política, la educación, el periodismo. No sucede lo mismo con el canon crítico: en él intervienen los intelectuales (críticos, especialistas), mientras que en el canon accesible actúan tanto el mercado de comercialización (privado) como las bibliotecas (público).
El canon clásico es una lista selecta de obras que se siguen leyendo con interés y admiración desde hace mucho tiempo. “Marcaron la diferencia”, nos siguen diciendo “cosas importantes y universales”, por eso son prestigiosas. La escuela las toma como “modelos de calidad” y valores representativos. Por ejemplo: las tragedias de Sófocles, el Cantar de Mío Cid, Don Quijote de la Mancha, Romeo y Julieta, Martín Fierro, por nombrar algunas. 
Por otra parte, el escritor italiano Ítalo Calvino (Cuba, 1923/Italia, 1985) propuso la noción de canon personal para referirse a esa lista íntima que constituyen los textos literarios que preferimos porque nos conmovieron, emocionaron, hicieron pensar, movilizaron de modo único y particular.


Julio Cortázar (Argentina, 1914/1984), Mario Vargas Llosa (Perú, 1936), Gabriel García Márquez (Colombia, 1927/2014), Carlos Fuentes (México, 1928/2012): escritores latinoamericanos cuyas obras literarias están consideradas en el canon literario de nuestro continente.

LITERATURA Y FICCIÓN


La literatura es ficción

Dentro de la gran variedad de textos que circulan en una sociedad, algunos tienen una finalidad práctica como, por ejemplo, los textos históricos, científicos o periodísticos. Su objetivo es transmitir información sin ambigüedades ya que utilizan un lenguaje claro y preciso que da por resultado un texto transparente y unívoco. La literatura, en cambio, no se centra en el aspecto informativo sino en el estético.
La literatura es una práctica ficcional: los hechos no son verdaderos ni falsos, sino verosímiles. Es un hecho artístico que transforma la realidad y la ficcionaliza. Esto quiere decir que todo lo que leemos como literatura no es real aunque se base en hechos reales. El propósito de los textos literarios no es mostrar la realidad tal cual es, sino de representar —a través de las palabras— una percepción posible y peculiar del mundo. Es decir, refleja una imagen de la realidad. 
Lo literario solo existe en relación con el texto en el cual aparece. Pero la literatura, aunque resulte contradictorio, es profundamente verdadera: desde la ficción se puede hablar sobre la realidad.
Se dice que un texto es ficticio cuando lo que se narra es una historia imaginada por el autor, quien construye un narrador que tiene a su cargo el relato.
A pesar de que algunas veces los cuentos y novelas se originan en sucesos reales, la elaboración de la historia es invención del autor. A través de su imaginación, el escritor puede crear una historia formada por hechos posibles en el mundo real (verosimilitud) o una historia que relata sucesos que no podrían ocurrir nunca en la realidad.
El valor de la literatura radica en el modo de representación de la realidad y no en la fidelidad a lo representado, es decir, la literatura se aprecia no por la verdad de lo que se dice, sino por la calidad estética con que se lo hace.


¿DEFINIR LITERATURA?


Hacia una definición de la literatura

No todos los especialistas acuerdan en la definición de literatura. No es un concepto sencillo ni unívoco. Digamos que es esquivo a las definiciones cerradas y rebelde a las ataduras teóricas. Sí podemos admitir que la literatura es un discurso social, una producción hecha con palabras que surge en el ámbito del arte (que es una de las actividades o prácticas sociales) y circula entre receptores de una o más sociedades. No está alejada de lo social, ya que retoma, recrea y problematiza situaciones, protagonistas, preguntas, miedos, deseos que construimos socialmente.
Para aproximarnos a una definición de LITERATURA es necesario, primero, deslindarla de otras producciones que trabajan con el lenguaje, es decir, qué hace que un texto sea literario y otro no, o —en otras palabras— qué es lo específicamente literario.
Una primera respuesta a este interrogante se encuentra en la teoría de las funciones del lenguaje propuesta por el lingüista Roman Jakobson (Rusia, 1896/1982). Este teórico sostiene que, en todo acto de comunicación, el emisor produce su mensaje con una determinada intención y, por lo tanto, hace hincapié en los distintos elementos que conforman el circuito. De esta manera quedan establecidas las seis funciones del lenguaje:

1) Emotiva o expresiva (el emisor tiene la intención de hablar sobre sí mismo, de transmitir sus sentimientos o emociones).
2) Referencial o informativa (el emisor centra su atención en el referente o tema del mensaje, es decir, importa transmitir sus sentimientos o emociones).
3) Conativa o apelativa (la intención del emisor es influir sobre su receptor o llamar su atención).
4) Fática (el emisor quiere verificar que el canal de la comunicación funciona correctamente).
5) Metalingüística (el emisor se centra en el código del mensaje, es decir, habla del lenguaje mismo y de las palabras que lo conforman).
6) Poética o literaria (el emisor hace hincapié en la forma del mensaje y cuida su elaboración).

Circuito de la comunicación según Roman Jakobson:


La función poética del lenguaje y la literatura

De todas las funciones del lenguaje, la POÉTICA es la que caracteriza al discurso literario, dado que lo que lo distingue de otros discursos es la construcción particular del lenguaje: el ritmo, ciertas combinaciones de palabras, el uso connotativo del lenguaje (permite interpretar las palabras en múltiples sentidos y no en uno solo, como en el caso de los textos científicos), son algunos de los procedimientos que utiliza el escritor para trabajar con el material que le provee la lengua. Con ese material discursivo elabora una obra que es única, porque se aleja del uso cotidiano del lenguaje: aprovecha la sonoridad de los términos y su capacidad de evocar o sugerir, no trabaja con el sentido literal de las palabras sino con todos los sentidos que esa palabra es capaz de disparar en su imaginación y en la del lector.
El lenguaje es el protagonista a través de una cuidada selección y combinación de las palabras que el escritor realiza y que responde a un sentido preciso que quiere transmitir. Cuando un poeta selecciona una palabra dentro del enorme campo de posibilidades que le da la lengua, lo hace porque sabe que es ese término y no otro el que le permite transmitir una idea, una sensación, un sentimiento.
La LITERATURA trabaja estéticamente con el lenguaje porque no solo se sirve de él sino que lo que verdaderamente importa en literatura no es qué se dice sino cómo se dice y por qué.
Es decir, la función poética del lenguaje está orientada hacia el mensaje, ya que consiste en la creación del mensaje por el mensaje mismo. Se manifiesta en los textos literarios en general y no solo en los poemas. Su intención, en definitiva, es crear arte verbal.
No siempre a lo largo de la historia la concepción sobre los que es literatura fue la misma. Por eso, como ya se dijo, no es posible definir en forma precisa qué es la LITERATURA, pero una definición aproximada podría ser:

Discurso social que se caracteriza por su naturaleza ficcional (representa un mundo imaginario, inventado o recreado) y por el predominio de la función estética de la lengua (el mensaje está volcado sobre sí mismo y su finalidad principal no es ni comunicar ideas, ni sentimientos ni pedidos, sino hacerlo de una forma diferente y estéticamente elaborada).


jueves, 25 de febrero de 2016

GÉNEROS DISCURSIVOS PRIMARIOS Y SECUNDARIOS

El crítico ruso Mijail Bajtín sostiene que las personas realizamos distintas actividades en la sociedad y que, en cada una de estas, mantenemos relaciones de diverso tipo: laborales (en fábricas, comercios, empresas, organizaciones), cotidianas (en el hogar, las calles, los lugares de recreación) e intelectuales, que involucran el campo de las ideas (ámbito académico y científico). Para construir y sostener esos vínculos nos comunicamos: charlamos personalmente o por teléfono, compartimos una videollamada, chateamos, enviamos mensajes de texto o e-mails, escribimos informes o solicitudes, firmamos contratos... En esa variedad de modos de comunicación surgen los géneros discursivos.
Los géneros discursivos, según Bajtín, son conjuntos de textos que usamos en las distintas esferas sociales (campos o áreas de actividad en una sociedad) y que se agrupan porque comparten organización (estructura y formato), estilo (tipo de lenguaje y registro) y tema (asunto que tratan). Así, podemos diferenciar un recibo de una receta de cocina de una noticia de una novela porque los hemos usado en la vida social y hemos identificado sus rasgos. Es decir, son compatibles con una práctica social.
Dicho de otra manera, estas prácticas sociales son las distintas actividades que el ser humano desarrolla cotidianamente, las que se caracterizan por una temática común (la justicia, la medicina, la educación, la cocina), un vocabulario común (terminología específica de los abogados, los médicos, los maestros, los cocineros), y una redacción común (estilo y forma que caracteriza a cada actividad: las leyes, las recetas de medicamentos, las recetas de cocina). 
Los géneros discursivos se clasifican en primarios: más simples y generalmente orales, usados en el intercambio cotidiano (conversación, receta de cocina, anécdota, carta informal, chiste) y secundarios: más complejos, escritos, aprendidos en las instituciones (cuento, novela, informe de ciencias, crónica periodística, acta de asamblea, un discurso político, una conferencia). Estos últimos pueden contener a los primarios, por ejemplo, una conversación informal puede ser parte de una novela. Por lo que la literatura es un género discursivo secundario que absorbe y reelabora en forma estética los géneros primarios.
Las TIC han permitido el surgimiento de nuevos géneros, híbridos en muchos casos: e-mail, SMS, chat, tuit, comentarios en blogs o redes sociales, WhatsApp, entre otros. Otros han ido desapareciendo o son muy poco usados como la poesía épica (extensas narraciones en verso que cantaban las hazañas de los héroes locales), las cartas informales, las notas de pésame.


EL DISCURSO LITERARIO


En la vida diaria, las personas se encuentran en situaciones de comunicación donde cuentan episodios presentes o recuerdan otros pasados, expresan sus emociones, e incluso realizan algunas acciones (como gestos corporales y señas) que acompañan al discurso, con el propósito de hacerse comprender. A veces el intercambio de ideas y sentimientos se realiza oralmente y otras de manera escrita.
En literatura ocurre algo similar: se cuentan historias, se expresan emociones y se representan acciones.
Hay que saber diferenciar cuándo un texto pertenece al intercambio cotidiano (chistes, anécdotas, diálogos) y cuándo un texto se convierte en una obra literaria (cuento, novela, poema, obra de teatro).
Los textos literarios exponen la imaginación, el ingenio y la sensibilidad de sus autores y despiertan en sus lectores diferentes emociones y reflexiones. Brindan conocimiento y contribuyen a que el lector observe personajes con distintas características y temperamentos, la calidad de las acciones y vínculos que entre ellos se establecen, y las peculiaridades de paisajes y regiones desconocidas del país y del mundo.
A través de la actitud relajada que surge de leer un libro, mucha gente puede dialogar sobre sus propias emociones y pensamientos, y también puede reflexionar sobre las actitudes de otras personas y sobre lo que ocurre a su alrededor, en el lugar donde vive. Si bien todas las obras literarias son diferentes, se sabe que de acuerdo con el fin que buscan sus autores, pueden agruparse entre sí sobre la base de ciertas cualidades compartidas. No es lo mismo escribir una poesía para un amigo que escribir el texto de una obra de teatro que se va a representar en una escuela. Los objetivos son distintos.
Por eso se afirma que las obras literarias presentan formatos diferentes, que se adecuan a sus finalidades específicas.
Toda obra literaria es producida por el autor —o los autores— con un efecto estético, una impresión de belleza, utilizando el lenguaje de una manera muy particular. Es la representación de un suceso, de un estado de ánimo o de un concepto o idea por medio de un lenguaje artísticamente elaborado.
La obra literaria es una situación comunicativa imaginaria, inventada, no real. Es decir, los hechos o situaciones que ocurren en una obra literaria pertenecen siempre al ámbito de la ficción, al mundo imaginario. Aunque se basen en hechos ocurridos realmente y tomen elementos de la realidad cotidiana, un cuento, una novela, un poema, una obra de teatro, son siempre parte de la literatura. Con la aparición de hechos realistas o verosímiles se intenta crear un efecto de realidad.


martes, 4 de septiembre de 2012

BATTISTA, VICENTE: NACIMIENTO




Los antropólogos de la Universidad de Duke, en los Estados Unidos, estiman que el hombre de Neanderthal, que habitó la tierra hace más de cuatrocientos mil años, poseía el don de la palabra. Esta novedad podía contestar una pregunta que hasta hoy no tenía respuesta.
Para encontrar esa respuesta habrá que retroceder hasta una tribu de Neanderthal, una noche en especial. Los hombres y mujeres están alrededor del fuego, buscan calor y celebran el fin de otra jornada. A la mañana de ese mismo día, los hombres habían partido de caza en busca de alimentos. Las mujeres, en tanto, cuidaban sus críos. Ahora que el sol ya se fue, es tiempo de descanso y de contar las experiencias del día. Cada hombre dice cómo atrapó a la presa que perseguía. No saben mentir.
Pero para uno de estos hombres la caza había sido un fracaso. Cuando llega su turno, no tiene proezas para contar. Entonces decide inventarlas. Miente una cacería imposible. Lo hace con tal perfección que transforma esa mentira en una historia bella y apasionante. Todos piden que la repita. Aquella noche, sin saberlo, ese anónimo hombre de Neanderthal acababa de inventar la literatura.

(Argentina, 1940)

Vicente Battista nació en Buenos Aires en 1940. Formó parte de la redacción de la revista literaria El escarabajo de oro, y fue fundador y codirector de la revista de ficción y pensamiento crítico Nuevos Aires. Es autor de los libros de cuentos "Los muertos", "Esta noche, reunión en casa", "Como tanta gente que anda por ahí", "El final de la calle" y "El mundo de los otros". Publicó, también, las novelas "El libro de todos los engaños", "Siroco", "Sucesos Argentinos" y "Gutiérrez a secas". Entre otras distinciones, recibió el Premio Casa de las Américas (1967), el premio del Fondo Nacional de las Artes (1967), el Premio Municipal de Literatura (1992) y el Premio Planeta (1995).

sábado, 7 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ LITERATURA EN LA SECUNDARIA?


Uno de los problemas que los profesores advertimos desde hace mucho tiempo es el alejamiento de los jóvenes de la lectura. Hablamos de los jóvenes porque son el «grueso» de la población escolar, pero no debemos olvidarnos de que el problema es general del ser humano. ¿Por qué? Simplemente porque vivimos en un mundo donde la imagen es la comunicación fundamental. Vivimos en un mundo donde no necesitamos movernos de nuestra casa para saber qué es lo que está pasando en Irak, en la frontera de Israel y la Franja de Gaza, en Europa o en cualquier otro lugar del mundo. La televisión ha ocupado en la vida de la gente un lugar importantísimo. Uno no necesita leer ni siquiera el diario para estar informado de las últimas noticias; no siente la necesidad de leer una novela, ya que tiene una variada oferta en la programación. Ni siquiera necesita ir al cine ya que lo tiene adelante de su propia cama. ¿Para qué perder el tiempo leyendo si puedo estar cómodamente sentado frente al televisor escuchando lo que leen los demás? ¿Por qué tener que leer poemas de escritores de antaño cuando puedo escuchar canciones de moda que de vez en cuando con sus letras reflejan lo que siento?
A los que fuimos estudiantes en la facultad, muchas veces nos preguntaban para qué estudiábamos Letras. Las respuestas que dábamos no nos convencían demasiado hasta que al fin, con el paso del tiempo, supimos encontrar una: estudiábamos Letras porque nos gustaba. «Pero ¿cómo van a hacer para enseñar Literatura?... ¡La Literatura no se enseña!», nos decían casi a gritos. Y realmente tenían razón. No se puede enseñar Literatura. Lo que tenemos que lograr los profesores de Literatura es que los alumnos disfruten de la lectura, que los alumnos sepan que es la Literatura la que enseña y no los profesores, que con la Literatura se aprende... ¿A qué? Entre otras cosas, a vivir.
Leer Literatura significa incursionar en un mundo irreal, creado por un autor con fines estéticos. Porque la Literatura no es solo la expresión de sentimientos, la mera apelación a quien lee o escucha, el testimonio de algo que pasó o el relato de una ficción. La Literatura incluye esas funciones pero las subordina a otra cosa: al placer estético.
¿Y cómo puede algo irreal, algo ficticio, enseñarnos a vivir? Los alumnos lo podrán comprobar o no durante el paso por la escuela. Estará en los textos que lean el sentido de la Literatura, el sentido de lo que el autor quiso transmitir. Pero a ese sentido lo tendrán que descifrar. No se van a encontrar con escritores que digan «la vida es linda y hay que vivirla» o «la vida no tiene sentido, ya que es solo el camino hacia la muerte». Ellos dirán eso y mucho más pero con otras palabras. Los alumnos serán los que deberán descifrar los mensajes. Y sus profesores, los responsables no solo de ayudarlos en esa tarea sino también de la selección de textos, tarea que por cierto no es nada fácil.
Con la Literatura se puede viajar tan lejos como queramos, siempre que al leer sepamos comprender, sepamos dejar volar nuestra imaginación, y sepamos aceptar el juego que el autor nos propone. No de otra forma vamos a poder disfrutar de la Literatura. Leer Literatura significa ser cómplice de un juego apasionante; un juego que sirve para hacernos pensar, reflexionar y cuestionar el mundo en que vivimos en todos sus aspectos. Ya no se es un simple lector cuando nos enfrentamos a un texto literario: ese texto nos provoca, nos desafía y nos invita a participar con inteligencia de los hechos.
Muchos adultos se preguntarán: «A mi edad, en mi situación, ¿para qué quiero leer literatura? ¿Me va a ayudar a encontrar trabajo? ¿Me va a ayudar a progresar en el que ya tengo? ¿Voy a ganar más dinero leyendo poemas de la Edad Media o interpretando El Quijote?» La respuesta es simple: no.
«Entonces, ¿para qué perder el tiempo?», se volverán a preguntar. Y nuevamente, una repuesta: no van a perder el tiempo si no quieren perderlo. No van a perder el tiempo si no se los hacen perder los profesores. Entre todos, entre profesores y alumnos, se trata de hacer de esta materia una buena oportunidad para pensar, para aprender a criticar con fundamentos, para saber interpretar al mundo que nos rodea, para abrir nuestra mente y poder advertir cuándo algo es bueno o cuándo algo es malo, para relacionar hechos pasados con nuestra vida, para advertir que el hombre durante toda la historia siempre vivió preocupado por los mismos temas: el amor, la muerte, el poder, la existencia, el trabajo, la dignidad... Pero siempre desde la propia perspectiva, la de cada uno, que puede ser coincidente o no con la del otro.
Y ubicar a la Literatura en su contexto (tiempo, lugar) ayudará a los alumnos a dar sentido a lo que van a leer y podrán comprender cómo a través de las distintas épocas el pensamiento del hombre fue evolucionando hasta llegar a nuestros días.
Alimentar la conciencia crítica, abrir la mente al mundo y a las ideas, gozar al momento de leer un texto, son solo algunas de las metas que la Literatura propone. Todo dependerá del entusiasmo que pongan alumnos y profesores para que Literatura no sea una materia más a aprobar para obtener un título secundario.
Y si algún día lejano, cuando en algún momento de su vida, por alguna u otra razón, algún alumno relacione sus experiencias con algunas de las que ha leído en algún texto literario en la escuela, o si recuerda algunas de las enseñanzas transmitidas en una clase de Literatura, que esté seguro de que aunque no se entere, quien intentó hacerle disfrutar de la lectura va a sentirse feliz.
Y si al terminar la escuela secundaria piensa que la Literatura no le sirvió absolutamente para nada, el esfuerzo del profesor —si realmente lo hubo— habrá sido realmente en vano.
Por eso es un desafío enseñar Literatura en la escuela secundaria a alumnos con características tan diferentes, vidas tan heterogéneas, pensamientos tan disímiles, pero seguramente con ansias de tener la inteligencia suficiente para que en la vida nadie los atropelle ni se aproveche de la situación que estén atravesando, cualquiera que sea.
La Literatura no hará mejorar a nadie su situación económica, pero ayudará a pensar, ayudará a elegir, ayudará a desenvolverse en el mundo con más sentido crítico, divertirá y ayudará —a no dudarlo— a crecer como persona.
Se debe tomar a la Literatura como un desafío... Para quienes intentamos hacerla gustar, lo es desde hace ya mucho tiempo.

Sergio Fassanelli