caminaba, caminaba sin cesar.
Las mañanas y las tardes eran mías,
por la noche me tiraba a descansar.
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Pero un día vino el hombre con sus jaulas,
me encerró y me llevó a la ciudad.
En el circo me enseñaron las piruetas,
y así yo perdí mi amada libertad.
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"Conformate", me decía un tigre viejo,
"nunca el techo y la comida han de faltar,
sólo exigen que hagamos las piruetas
y a los niños podamos alegrar".
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Han pasado cuatro años de esta vida,
con el circo recorrí el mundo así.
Pero nunca pude olvidarme de todo,
de mis bosques, de mis tardes y de mí.
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En un pueblito alejado
alguien no cerró el candado,
era una noche sin luna
y yo dejé la ciudad.
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Ahora piso yo el suelo de mi bosque,
otra vez el verde de la libertad.
Estoy viejo, pero las tardes son mías,
vuelvo al bosque, estoy contento de verdad.
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De "30 minutos de vida" (1969)
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