Se repiten cada tanto mensajes sobre la preocupación de que los chicos no leen.
Recuerdo cuando era niña que yo era el bicho raro que leía, a pesar de que no existía la PC y nuestra única opción en la tele eran los sábados de súper-acción.
Y sin embargo, yo creo que los chicos sí leen. Leen los que gustan leer, y los demás seguro que hacen alguna otra actividad creativa. ¿Pero por qué nos preocupamos tanto por la lectura, como si crecer sin leer lo suficiente fuera un defecto, cuando hay chicos que jamás aprendieron a observar un cuadro, que no conocen el teatro o que no saben lo que es un paso de danza? ¿Qué hace que la lectura esté por sobre las demás actividades artísticas?
Los chicos leen lo que les gusta leer, que quizás no corresponde con lo que un adulto cree que deberían leer. Leen historietas, leen en la pantalla de la PC, leen sus libros de texto, leen los chistes que vienen con los chicles, y si no leen suficientes libros (cosa que también pongo en duda porque conozco muchos autores que venden bien), quizás sea porque el libro es caro y hoy en día muchos padres no pueden permitirse ese gasto. O porque no hay biblioteca en la escuela o en el barrio, y ya nadie en su juicio mandaría a un niño solo hasta una biblioteca.
O quizás no leen porque les llenamos el día con actividades que suponemos les permitirán ser adultos con trabajo, y no les dejamos tiempo para el ocio creativo. O no leen porque no les gusta leer, y sí patear una pelota.
Pero lectores habrá siempre. Lectores buenos y de los otros. Chicos que se escondan en un rincón con un libro, y chicos que lean obligados por la maestra. Chicos que elijan lo que leen, y chicos que leen lo que les dan. Chicos que leen a pesar de que sus padres no lean, y chicos tan cansados de ver libros en sus casas, que prefieran ni abrirlos (hasta que llegue el momento del gran descubrimiento).
Creo que nos preocupamos demasiado, en vez de disfrutar esto de escribir, y esto de leer.
Les envío, de yapa, un texto que leí en una mesa redonda, en la feria del libro de hace varios años. Se trataba de una mesa que intentaba responder por qué los chicos no leían. Yo llevé las respuestas escritas, y éstas son:
Recuerdo cuando era niña que yo era el bicho raro que leía, a pesar de que no existía la PC y nuestra única opción en la tele eran los sábados de súper-acción.
Y sin embargo, yo creo que los chicos sí leen. Leen los que gustan leer, y los demás seguro que hacen alguna otra actividad creativa. ¿Pero por qué nos preocupamos tanto por la lectura, como si crecer sin leer lo suficiente fuera un defecto, cuando hay chicos que jamás aprendieron a observar un cuadro, que no conocen el teatro o que no saben lo que es un paso de danza? ¿Qué hace que la lectura esté por sobre las demás actividades artísticas?
Los chicos leen lo que les gusta leer, que quizás no corresponde con lo que un adulto cree que deberían leer. Leen historietas, leen en la pantalla de la PC, leen sus libros de texto, leen los chistes que vienen con los chicles, y si no leen suficientes libros (cosa que también pongo en duda porque conozco muchos autores que venden bien), quizás sea porque el libro es caro y hoy en día muchos padres no pueden permitirse ese gasto. O porque no hay biblioteca en la escuela o en el barrio, y ya nadie en su juicio mandaría a un niño solo hasta una biblioteca.
O quizás no leen porque les llenamos el día con actividades que suponemos les permitirán ser adultos con trabajo, y no les dejamos tiempo para el ocio creativo. O no leen porque no les gusta leer, y sí patear una pelota.
Pero lectores habrá siempre. Lectores buenos y de los otros. Chicos que se escondan en un rincón con un libro, y chicos que lean obligados por la maestra. Chicos que elijan lo que leen, y chicos que leen lo que les dan. Chicos que leen a pesar de que sus padres no lean, y chicos tan cansados de ver libros en sus casas, que prefieran ni abrirlos (hasta que llegue el momento del gran descubrimiento).
Creo que nos preocupamos demasiado, en vez de disfrutar esto de escribir, y esto de leer.
Les envío, de yapa, un texto que leí en una mesa redonda, en la feria del libro de hace varios años. Se trataba de una mesa que intentaba responder por qué los chicos no leían. Yo llevé las respuestas escritas, y éstas son:
¿POR QUÉ LOS CHICOS NO LEEN?
Gabriel es un chico de... pongamos 10 años. Sus padres tienen alrededor de 35 y se quejan de que su vástago no lee. Bueno en realidad sólo lee cómics, los chistes del diario, los manuales de la escuela, los carteles de la calle, las indicaciones que dan sus programas de computación y los carteles de los bancos para saber a cuánto está el dólar. Es un chico moderno.
Los padres, preocupados porque saben que su hijo, estudie lo que estudie en el futuro, igual no va a encontrar trabajo, deciden darle una educación completa y compleja. De 8 a 12 escuela primaria, de 15 a 16 computación, de 16 a 17, inglés, de 17 a 18,30 escuelita de fútbol porque en cuerpo sano mente sana, y de 19 a 20 taller de arte para que desarrolle su creatividad.
Gabriel vuelve molido a su casa a las 9 de la noche. A esa hora, y porque los niños deben leer para desarrollar su espíritu, si es que el espíritu se desarrolla, el padre intenta leerle alguna fábula de Esopo. Ustedes ya se imaginan a dónde manda el chico a todos los animales juntos, y no me refiero precisamente al zoológico.
Un día, Gabriel pasa por una librería y ve un estupendo libro de tapas duras: "Por qué se extinguieron los dinosaurios, y cuándo se extinguirán los humanos". Gabriel se enamora del libro. Aunque la madre supone que saber cómo murieron los dinosaurios no va a aportar nada a la educación del chico, igual entra a la librería y pregunta el precio. 50 pesos, pero se puede pagar en dos cómodas cuotas de 30.
Para que Gabriel no se sienta mal, la madre pregunta al librero qué otro libro, más accesible, claro está, puede llevar para un chico despierto y curioso de 10 años. El librero le recuerda que en este momento existen sólo libros de terror para los chicos. Es una moda, le explica. Ya pasó la moda del humor absurdo, y antes la del amor infantil, y antes la de los versitos y antes la de había una vez.
A la madre le suena lo de había una vez, así que lleva un libro viejo, y por eso barato, que comienza así: Había una vez un señor que tenía un paraguas mágico.
Mientras el padre le lee, Gabriel se levanta de la cama, prende su PC (entiéndase computadora personal), entra al programa con el que dibuja en 3 dimensiones y dibuja un paraguas.
—¿Era así el paraguas mágico papá? —pregunta.
—Bueno... —dice el papá— puede que sea así, no es lo mismo... ¿No es más lindo imaginar el paraguas que tener que verlo?
—Andá, viejo... no seas dinosaurio —responde Gabriel, y para completar su obra, agrega al dibujo del paraguas ruido de lluvia y la canción La bruja está en la cueva.
La verdad, queda muy bonito.
El padre, algo molesto, cierra el libro del paraguas mágico y se va a la cama. ¿Qué hace cuándo se acuesta? ¿Lee un libro? No, mira Videomatch y se ríe como loco con las cámaras ocultas.
Al día siguiente el padre se reúne en un café con sus amigos y les comenta lo sucedido. Uno recuerda los libros que leía de chico: Julio Verne, Salgari, Bomba, el niño de la selva. Ya no existen libros como aquellos.
Otro comenta que un amigo escritor de libros para chicos presentó a su editor una novela como aquellas, con más de 200 páginas, y que editor no se la quiso publicar porque dijo que los chicos ya no leían tanto. Cultura light y rápida. Mucha imagen, fue el consejo del editor.
Alguien se da cuenta: estamos en un círculo vicioso, los chicos no leen tanto como antes porque la cultura cambió, los editores no publican libros buenos porque dicen que los chicos no leen. ¿Adónde vamos a ir a parar?
Como ese mismo día llueve, Gabriel no va a la cancha de fútbol y se pone a ver por cable viejos capítulos del Súper agente 86. Luego se pone a jugar con una imaginaria 99, investigan un caso que acaba de inventar.
¿Es tan mala la televisión?, habrá que preguntarse.
Los padres de Gabriel se criaron con la TV y tan mal parece que no salieron. Yo me crié con la TV y con los libros, todo al mismo tiempo, y les puedo asegurar que era capaz de dejar Mujercitas de lado para ir a ver la mujer biónica, luego soñaba que era Jo March, pero todos mis movimientos los acompañaba con el ruidito característico que hacen los miembros biónicos. Y nadie me saca de la cabeza que si algún día se construyen piernas y brazos biónicos van a hacer ese ruido.
Así que me parece que debemos responder otra pregunta: ¿no será que los chicos sí leen, pero de otra manera? ¿No tendremos que buscar la manera de incluir el libro en las nuevas formas de comunicación?
Por supuesto, no tengo la respuesta.
Pero volvamos a Gabriel, un día descubre en el sótano de su casa un arcón lleno de libros. La colección Robin Hood completa, con las páginas amarillas. Gabriel supone que es un pirata y que acaba de descubrir un tesoro. Abre un libro y comienza a leer. No puede parar.
Aparece la madre y le dice:
—¿Qué hacés acá a oscuras sin hacer nada? Mejor andá a mirar la tele.
He dicho.
Cualquier semejanza con la vida real no es pura casualidad.
¿QUÉ HICE, QUÉ ESTOY HACIENDO Y QUÉ HARÉ PARA INCENTIVAR LA LECTURA DE LOS JÓVENES?
No hago nada.
Paso a explicarme porque la nada es muy amplia.
No voy por las escuelas diciéndoles a los chicos que lean, pero si alguno se acerca, me animo a recomendarles algunos libros muy buenos.
Tampoco soy una estudiosa de la literatura infantil, ni una pedagoga que sepa qué hacer para incentivar a los chicos a leer.
Lo único que sí hago es escribir. Supongo que mientras alguien escriba, va a haber alguien que lea.
Además, esto de tener que incentivar a los chicos para que lean... no me termina de cerrar. Ningún chico va a leer si no tiene interés de leer. Y todos sabemos que basta que uno le diga sí a un chico, para que, si es un buen rebelde, diga no.
Por eso se me ocurrió hacer una lista de ideas que tienen que ver con mi experiencia personal, es decir, sobre cómo yo me acerqué a la lectura.
1- No les "rompan" a los chicos para que lean. Porque el chico que lee por obligación no vuelve a leer. Por ejemplo, yo tuve que leer en la escuela el Martín Fierro, y tuvieron que pasar muchos años para que se me fuera la bronca y me acercara al libro de otra manera.
2- Doy otro ejemplo, cuando yo estaba en 6º grado, la directora de la escuela, una bruja, decidió que teníamos que leer más. Así que tomó una pila de libros de la biblioteca de la escuela y nos dio un libro a cada uno. Cualquier libro a cualquiera. Teníamos que devolverlo a los 15 días. Obviamente nadie lo leyó, y supongo que en ese momento murieron varios buenos lectores.
3- El chico que ve a la gente que tiene alrededor leer con interés, va a leer.
4- Lo mismo el que tiene libros a su alcance.
5- Escondan los libros. No es joda. Lo que conté que le sucedió a Gabriel me sucedió en realidad a mí. Encontré en el sótano de mi abuela un arcón lleno de libros viejos, parte de la colección Robin Hood y varios de Alejandro Dumas y Víctor Hugo. Además un ejemplar de Las mil y una noches del año 1909. Los leí todos.
6- Prohiban a los chicos que lean. En cuanto ven que el chico agarra un libro, díganle que no es para su edad o que no lo entendería (también me sucedió a mi) y van a ver cómo el pibe se pone a leer a escondidas para saber qué tiene de prohibido ese libro.
7- No elijan los libros a sus hijos, dejen que ellos vayan a las librerías y hagan un poco de lío. No hay nada más interesante que tirar abajo una columna de libros para encontrar así lo que se busca.
8- Permitan que el chico les cuente por milésima vez cómo hizo el Conde de Monte Cristo para escapar de la prisión de If, aunque ustedes hayan visto la película. Si el chico siente que para los demás también es apasionante la historia, buscará otro libro y volverá a contarles mil veces el argumento.
9- Hablen de libros. Cuéntenles a los chicos cuál fue el libro que leyeron de chicos y les abrió la cabeza.
10- Jamás de los jamases acompañen un libro con una actividad, por ejemplo: “Bueno, ahora que terminaste de leer buscá todos los sustantivos que empiecen con p. El chico tiene derecho a leer por placer, como lo hacen los adultos, y a no tener que buscar ninguna enseñanza en lo que lee”.
11- Respeten los cómics y las historietas. También son lecturas "serias".
Si después de todo esto, el chico no lee, permítanle que prenda la tele.
He dicho.
Verónica Sukaczer
Fuente: http://www.leemeuncuento.com.ar/sukaczer.html
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