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Te voy a presentar a una amiga que, además de ser buena, es hermosa. Su carácter y figura te van a enamorar, vas a ver...
…Y ese tiempo que transcurre hasta el encuentro se carga de ansiedad. Eso fue lo que me pasó con Buenos Aires. Quise conocerla cargado de preconceptos instalados tal vez por la publicidad, por comentarios de personas oriundas de aquel lugar o simplemente mi imaginación. Pura tecnología, arquitectura nunca vista (por mí), edificios rozando el cielo, en fin, todo eso que te produce la ansiedad por conocerla.
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Ella se mueve velozmente, progresa al ritmo de la tecnología pero no olvida su pasado, que conforma las raíces de este pueblo. Y sí... Fue amor a primera vista, pero como para mí el amor no es ciego (más bien se hace) pude ver también sus carencias y defectos. No obstante, así como cuando te enamoraste de aquella mujer que te pintaron buena y hermosa, y pasaste por alto sus defectos, ni más ni menos me pasó con Buenos Aires.
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Y al final la conocí...
Sin dudas, Buenos Aires, y sobre todo su casco histórico, despiertan en aquel que la ve por primera vez la curiosidad de descubrir sus contrastes.
Su pasado reflejado en múltiples construcciones y edificios monumentales se amalgama con obras nuevas recicladas, lo que mantiene activa la memoria.
Rodolfo Barberis, José Flores, José Isa, Gabriel Santillán, 5º C.
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