miércoles, 26 de septiembre de 2012

ALUMNOS QUE ESCRIBEN...




CONFESIONES DE UN LOCO

Lo hice, ya no aguantaba más. Es que no me quedaba otra que matarla. Es curioso, me siento mal por lo que hice pero a la vez me siento bien porque sé que ya no me molestará más. Aun con mi cargo de conciencia, sonrío al verla tirada en el piso de mi cocina, tan arrogante, tan provocadora que era… Y mirá ahora: una simple escoria sin vida. ¿Que cómo lo hice? Qué importa, ya no se puede dar marcha atrás. Lo único que me queda es deshacerme del cuerpo y rápido, porque si alguien llegara a venir no tendría cómo explicarlo. Y aparte no pienso dar explicaciones. Ellos no estuvieron aquí, no vieron lo mal que la pasaba, ya no dormía, ni comía tranquilo sin que se apareciera a molestar. ¡Porque eso es lo que hacía! Juro por dios que no quería llegar a esto, pero ella se lo buscó. Traté por todos los medios posibles llegar a este desenlace. Primero la ignoraba, me decía a mí mismo: “Se dará cuenta y se marchará”. Pero no, insistía día tras día. Hace dos días me planté y le dije que se fuera, que esto ya no daba para más y no quería que las cosas terminaran mal. Traté de este modo de intimidarla. Por un instante vi en sus ojos un poco de miedo mientras le hablaba… más bien, le gritaba. Bueno, ese día las cosas quedaron así. Salí corriendo porque se me hacía tarde. Esperaba a mi regreso no encontrarla más. Pero no. Cuando volví, ahí estaba, flamante y burlona, hasta creí escuchar una pequeña risita cuando advirtió mi decepción. Yo no quería hacerlo, juro que no quería, pero no me quedó otra opción. Ahora lo único que me queda es deshacerme de la evidencia y listo, a disfrutar de la vida. ¿Pero cómo? Enterrarla no puedo. Si lo hago en el patio, seria peligroso, porque si se comienza alguna investigación la encontrarían. Y aquí adentro también sería sospechoso: si advierten algún arreglo nuevo en la casa, llamaría la atención. ¿Y si la quemo? No, los vecinos curiosos podrían denunciar por el humo o algo parecido y caerían la policía y los bomberos. No, no. ¡Esa sí que no sería una buena idea! Lo único que me queda es desmembrarla por completo, ponerla en bolsas y que el recolector se la lleve por la mañana. ¡Sí, sí, eso es lo mejor! Bueno, manos a la obra y a limpiar todo. Si alguien me viera en estos momentos arrancando cada uno de sus miembros ya fríos, me catalogaría de sicópata, de asesino. Si la gente descubriera esto, seguro me señalarían con el dedo inquisidor y me gritarían en la cara “¡Asesino!”. Pero ellos no saben por lo que yo pasé, no saben que me duele muy en lo profundo lo que hice. Pero ya está… Además, quién se va a dar cuenta: era una simple cucaracha.


Samuel Maldonado
3er. Año “C” – 2012
EEMPA Nº 1007 “LIBERTAD”
Rafaela – Santa Fe - Argentina

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